SAGRADOS CORAZONES DE JESUS Y MARIA

SAGRADOS CORAZONES DE JESUS Y MARIA
LOS AMO (hasta jamas por siempre en la Eternidad))

lunes, 8 de mayo de 2017

LA BENDICION SACERDOTAL CRISTIANA CATOLICA

BENDICION SACERDOTAL CRISTIANA CATOLICA
(Números 6:22-27)


En la Biblia hay muchas bendiciones, sobre todo las que los padres dan a sus hijos, ya sea al primogénito o la bendición última antes de morir. Pero en Números encontramos la bendición de bendiciones. Esta es una de las más famosas bendiciones en la Biblia, y se conoce como la “Bendición Aarónica o Sacerdotal”. Aunque lleva el nombre de Aarón, en realidad las palabras proceden de la Boca de Dios.

(Num. 6:22-26) Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: (23) Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: "Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis: (24) 'El SEÑOR te bendiga y te guarde; (25) el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; (26) el SEÑOR alce sobre ti su rostro, y te dé paz.'"

Estas son las palabras que Dios encomendó a Aarón y a sus descendientes (los sacerdotes, heb. Kohanim) con las cuales deben bendecir a Su pueblo. No para cualquiera, sino para los Hijos de Dios, para aquellos que han dado el paso de hacer un Pacto con Él.

Así como Jesús les enseñó a Sus discípulos cómo orar (Mateo 6:9-13), también el Padre les enseña a los líderes espirituales cómo bendecir a Su Pueblo.


PALABRAS CLAVES
En tan corta oración, hay una palabra que se repite dos veces, lo cual implica que es importante en el mensaje. La palabra clave es “Rostro”.

Rostro en hebreo es Panim, que también significa: delante de, enfrente, a la vista, encuentro, presencia.

La fuente de la bendición es el Rostro de Dios, es estar en Su Presencia.

Otra palabra clave que se repite tres veces es YHVH (Jehová). Dios se presenta como el Gran Yo Soy, el que es, que era y que ha de venir. Este es el Nombre de Dios que reúne en sí todas Sus expresiones y nombres.


Ahora analicemos la bendición sacerdotal…

BENDICIÓN
¿Qué es una bendición?
En español, “bendecir” significa literalmente “bien decir”.
En hebreo, el concepto de bendición es completamente diferente. La palabra hebrea es Baraj, que literalmente significa: arrodillarse, como un saludo o un acto de adoración.

Curiosamente, cuando pensamos en “bendición” la mayoría los relaciona con bienes materiales, tales como riqueza, salud, felicidad, bienestar, etc.

Como veremos en este estudio, la bendición que Dios desea para nosotros va más allá. No excluye lo material, sino que lo sobrepasa.

a. El Señor te bendiga
La bendición sacerdotal comienza con lo mejor, con el origen de todas las bendiciones…El Señor mismo.
Dios es la mejor bendición, no sólo porque Su Presencia es lo que mayor satisfacción nos trae, sino también porque Él es el portador y la fuente de todas las demás bendiciones.


b. El Señor te guarde
Luego de pedir por la Presencia de Dios y todos sus beneficios, pasamos a la segunda petición: “El Señor te guarde”.

“Guardar” en hebreo es Shamar. Literalmente significa: poner un cerco de espinas alrededor de algo para protegerlo y cuidarlo.  ¿Por qué necesitamos un “cerco alrededor”? Porque hay amenazas afuera.
Después de darnos la bendición, Dios quiere que la mantengamos y que nadie nos la robe. El quiere que la guardemos, la atesoremos, la conservemos.

Por lo general nosotros no pedimos protección sino hasta que el peligro o la amenaza está sobre nosotros. Pero Dios quiere protegernos mucho antes que eso (Salmo 121:1-8). El quiere poner un cerco a nuestro alrededor para evitar el peligro.

“Guardar (heb. Shamar)” es la misma palabra que se usa para obedecer, es decir, “guardar los mandamientos” (Exo 20:6). Cuando obedecemos a Dios, Él nos guarda de todo mal.


c. El SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti
“Resplandecer el rostro” es una figura idiomática utilizada en hebreo. El verbo que se traduce como “resplandecer” es Ohr (אוֹר), que literalmente significa: luz.

Lo contrario sería “esconder el rostro”. Esto fue lo que Dios hizo cuando su pueblo desobedeció.
(Deu. 31:16-18) Y el SEÑOR dijo a Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres; y este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses extranjeros de la tierra en la cual va a entrar, y me dejará y quebrantará mi pacto que hice con él. (17) Y se encenderá mi ira contra él en aquel día; los abandonaré y esconderé mi rostro de ellos. Será consumido, y muchos males y tribulaciones vendrán sobre él, por lo que dirá en aquel día: "¿No será porque mi Dios no está en medio de mí que me han alcanzado estos males?" (18) Pero ciertamente esconderé mi rostro en aquel día por todo el mal que habrá hecho, pues se volverá a otros dioses.

Pero cuando su pueblo obedece, el Señor resplandece su rostro sobre ellos.
Esto es lo que clamó David:
(Salmo 27:7-11) Escucha, oh SEÑOR, mi voz cuando clamo; ten piedad de mí, y respóndeme. (8) Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, SEÑOR, buscaré. (9) No escondas tu rostro de mí; no rechaces con ira a tu siervo; tú has sido mi ayuda. No me abandones ni me desampares, oh Dios de mi salvación. (10) Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el SEÑOR me recogerá. (11) SEÑOR, enséñame tu camino, y guíame por senda llana por causa de mis enemigos.

“Esconder el rostro” implica salirse de su presencia, y de su gracia. Por el contrario, cuando Dios “resplandece Su Rostro”, esto significa que nos lleva ante Su presencia. Implica tener una buena relación con Él, y por consiguiente contar con su gracia y favor.

El resultado de estar en la presencia de Dios, en el resplandor de Su Rostro, es que nosotros también comenzamos a “resplandecer”, es decir, reflejamos la luz del Señor a los demás. Esto fue lo que le sucedió a Moisés.
(Exodo 34:29) … al descender del monte, Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con Dios.

También nosotros somos llamados a ser luz, a reflejar el resplandor de Dios en el mundo.
(Salmo 119:135)  Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.
(Salmo 4:6)  Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? ¡Alza, oh SEÑOR, sobre nosotros la luz de tu rostro!
(Mateo 5:16)  Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

La luz será nuestra obediencia y buenas obras. De esa forma, reflejaremos al mundo quién es Dios, y lo glorificaremos.
(Salmo 67:1-3)  Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer su rostro sobre nosotros; (2) para que sea conocido en la tierra tu camino, entre todas las naciones tu salvación. (3) Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias.

Cuando buscamos la Presencia de Dios y Le conocemos como Él es, no nos queda más que dar gracias.
(Salmo 89:15-16)  ¡Cuán bienaventurado es el pueblo que sabe lo que es la voz de júbilo! Andan, SEÑOR, a la luz de tu rostro. (16) En tu nombre se regocijan todo el día, y por tu justicia son enaltecidos.


d. Tenga de ti misericordia
En la Biblia se habla de varios tipos de “misericordia”. La que se menciona acá es “Janan” (heb. חָנַן), que literalmente significa doblarse o inclinarse en bondad hacia un inferior. Es moverse a favor de alguien mediante una petición.

Este tipo de misericordia se conoce más como “gracia”. Es un favor no merecido. Aun así, Dios se inclina a favor de uno, en toda su bondad, y nos lo concede.

Nosotros no merecemos estar en Su Presencia; sin embargo, ése es el deseo de Su corazón. El nos creó para que vivamos con Él. Aunque hayamos pecado, Él está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos de toda maldad para que podamos regresar a Su Presencia. Esa es Su gracia, Su misericordia y Su gran amor.


e. El SEÑOR alce sobre ti su rostro
La expresión “alzar el rostro” se aplica a alguien que va a pedir un favor.  Por ejemplo, cuando un súbdito se presenta ante el rey, lo hace con los ojos bajos, en señal de humildad. Pero cuando el rey atiende su causa y concede su petición, el súbdito puede levantar su vista y agradecer al rey.

Sabiendo esto, puede extrañarnos que esta expresión pueda aplicarse al Señor, al Rey de Reyes. ¿No somos nosotros quienes nos presentamos con humildad ante el Señor, esperando levantar el rostro cuando Él responda? Para entenderlo, debemos aprender otra expresión hebrea…

En un sentido opuesto, encontramos la expresión de “rostro caído”, la cual se aplica a alguien que está molesto o lleno de ira. La Biblia describe a Caín con un “rostro caído” cuando el Señor no aceptó su ofrenda (Gen. 4:6).

Esta misma expresión la encontramos en Jeremías:
(Jer. 3:12)  Ve y proclama estas palabras al norte, y di: "Regresa, infiel Israel"--declara el SEÑOR--, "no te miraré con ira, porque soy misericordioso"--declara el SEÑOR--; "no guardaré rencor para siempre.

Donde dice: “No te miraré con ira”, en hebreo literalmente dice: “Mi rostro no caerá”.

A causa de nuestro pecado, el Señor debería tener “Su rostro escondido” de nosotros, al igual que el “rostro caído” en señal de enojo por nuestra infidelidad. Deberías ser nosotros quienes nos presentamos ante Él con humildad, con rostro bajo.

Lamentablemente, el pueblo de Dios tarda en arrepentirse. Por eso, el Señor mismo sale a buscarnos. Como Jeremías dice, Él no tiene el rostro caído, no guardará rencor ni ira para siempre, porque es misericordioso con Su pueblo. El Señor ha alzado su rostro—no sólo en señal de que perdona a Su pueblo, sino en espera de que nosotros nos arrepintamos y regresemos a Él.

“Alzar el rostro” es el equivalente a sonreír y tener una disposición favorable.


f. Te dé paz
En el diccionario encontramos la definición de “paz” como: la ausencia de conflicto. Pero la paz bíblica va más allá que eso.

Paz en hebreo es Shalom, que literalmente quiere decir: completo. Es no tener necesidad de nada; es tener bienestar total e integral, en todas las áreas de la vida.   El deseo de Dios es que Su pueblo no tenga necesidad de nada y que esté en paz, sobre todo en paz con Él.

Para reconciliarnos consigo, Dios envió a su Hijo para pagar el precio de nuestro pecado. Todo lo que tenemos que hacer es creer en Él, y seguirle.
(Romanos 5:1-2)  Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, (2) por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Además de la paz de la salvación, Dios hizo un pacto de paz con los levitas.
(Malaquías 2:4-7)  Entonces sabréis que os he enviado este mandamiento para que mi pacto siga con Leví--dice el SEÑOR de los ejércitos. (5) Mi pacto con él era de vida y paz, las cuales le di para que me reverenciara; y él me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre. (6) La verdadera instrucción estaba en su boca, y no se hallaba iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo, y apartaba a muchos de la iniquidad. (7) Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos.

No es casualidad que esta bendición se encuentre en el contexto del Voto Nazareo, el cual es la oportunidad que se le da a cualquier israelita a servir a Dios como un sacerdote.

Originalmente, los sacerdotes no eran sólo los levitas. La invitación a ser una nación santa fue extendida a todo el pueblo.
(Exo. 19:5-6)  Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; (6) y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

Aun los gentiles que han creído en Jesús pueden entrar en este pacto.
(1 Pedro 2:9-12)  Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios , a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; (10) pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia. (11) Amados, os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de las pasiones carnales que combaten contra el alma. (12) Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.

Dios no nos obliga a entrar en Pacto con Él, ni a entrar en Su Presencia. Es una invitación que podemos aceptar o declinar. Está en nosotros recibir la bendición.


BENDICION CON EL NOMBRE
¿Cuál será el efecto que tendrá esta bendición sobre el pueblo?
El objetivo de la bendición es poner el Nombre de Dios sobre ellos. Al hacerlo, el Señor derramará Su bendición sobre ellos.
(Num. 6:27)  Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.

El Señor explica que lo que el sacerdote está haciendo al proclamar esta bendición sobre el pueblo es “invocar el Nombre de Dios” sobre ellos. En hebreo dice literalmente “pondrás mi Nombre (V’Simu et Shemi) sobre los Hijos de Israel”.

¿Cómo se pone el Nombre de Dios sobre alguien?
En los tiempos de hoy se podría comparar con poner el apellido. En cierta forma, el Señor los está adoptando como hijos, como ciudadanos de Su Reino. Si los israelitas llevan el Nombre de Dios es porque ya son considerados de su familia, pues llevan Su Nombre.

Pero este privilegio no sólo implica tener las bendiciones y los derechos que eso trae, sino también las responsabilidades. Ahora son ciudadanos del Reino, hijos del Rey de reyes, y deben comportarse como príncipes y princesas.

Si llevamos el Nombre de Dios, no nos faltará nada porque el Señor bendecirá a sus hijos con todo lo que necesiten y más (Mat. 6:31-33).
La bendición proviene de CONOCER A DIOS—saber quién es Él, cómo es Él, de lo que es capaz, entender su carácter, confiar en sus promesas y entrar en una relación íntima, personal y profunda con Él, todo lo cual nos llevará a obedecerle y vivir como Él manda. Todo esto traerá todo tipo de bendición a nuestra vida.


SELLADOS CON SU NOMBRE
En Apocalipsis menciona quiénes llevarán el Nombre de Dios.
(Apoc. 3:12) Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.
(Apoc. 14:1) Miré, y he aquí que el Cordero estaba de pie sobre el Monte Sion, y con El ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre de El y el nombre de su Padre escrito en la frente.

Los que vivan en la Nueva Jerusalén, llevarán el Nombre de Dios sellado en sus frentes.
(Apoc. 22:3-4)  Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le servirán. (4) Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.   http://estudiobiblia.blogspot.com.co/2010/07/bendicion-sacerdotal.html

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